El socialismo del siglo XXI sólo puede ser plural
El 15 de julio llegó a las librerías El fin del capitalismo tal y como lo conocemos (El Viejo Topo). Su autor, Elmar Altvater (Kamen, 1938), es uno de los más respetados politólogos alemanes. Profesor emérito de la Universidad Libre de Berlín y miembro del consejo científico de Attac-Alemania, en su último libro analiza la última crisis del capitalismo tardío y sus alternativas. En él Altvater planta cara a Fukuyama: el fin del capitalismo, asegura, no es el fin de la historia, sino que hay historia más allá del capitalismo.
—Hasta hace unos años “capitalismo” era una palabra tabú. Profesor Altvater, ¿cómo definiría el término capitalismo?
—No es sólo un término, se trata de una forma social muy dinámica, pero también muy proclive a las crisis. El capitalismo se funda en la propiedad privada de los medios de producción y, debido a ésta, en el derecho a la apropiación de la plusvalía producida por la fuerza de trabajo. Se regula por las leyes del mercado y el dinero. El capitalismo es por lo tanto a un mismo tiempo una sociedad del trabajo (Arbeitsgesells chaft) y una sociedad del dinero (Geldsgesellschaft).
—En España acaba de aparecer El fin del capitalismo tal y como lo conocemos. ¿La crisis económica es el principio del fin del capitalismo o más bien el fin del principio del capitalismo, que entraría en una fase superior?
—Es arriesgado realizar un pronóstico sobre el futuro del capitalismo. En cualquier caso podría decirse que el capitalismo impulsado por los mercados financieros que ha existido durante décadas desde se pusiera fin al sistema Bretton Woods en el año 1973 ha llegado a un límite. Sólo tiene futuro si se transforma. Si reunirá con este fin a las fuerzas sociales y políticas necesarias, depende también de quiénes se opongan a su transformación. Es decir, de una parte, las fuerzas conservadoras que se aferran a sus privilegios heredados, y de la otra, las fuerzas de progreso, que quieren superar el capitalismo tal y como lo conocemos en una u otra forma.
—Si el capitalismo llega a su fin de una manera u otra, ¿qué lo sustituirá? ¿En qué consiste la sociedad solar y solidaria que propone en su libro?
—En principio se trata de una forma de capitalismo modificada en el campo de lo posible. En Europa el capitalismo adopta hoy formas autoritarias para asegurar un reparto de la riqueza en detrimento de la población asalariada. La austeridad y el pacto fiscal, pero también el pacto de estabilidad y crecimiento, así como muchas medidas nacionales sirven, ante todo, a la estabilización de los beneficios y ganancias y obligan a efectuar recortes presupuestarios. Contra esta redistribución de los salarios, la riqueza y el poder represiva y regresiva se discute en el libro la posibilidad, como alternativa, de la “economía solidaria”.
Se trata en principio de un término general para muchas de las iniciativas de economía alternativa que están teniendo lugar en varias regiones del mundo, desde Europa hasta América Latina. La economía solidaria comprende las cooperativas, que en los últimos años han experimentado un auge; el “buen vivir” de los indígenas latinoamericanos; la defensa de los bienes comunes o “commons” en todo el mundo; la lucha sindical por la democracia industrial en las grandes empresas de los países industrializados; y la defensa del estado del bienestar y de los derechos sociales tanto de los individuos como de los colectivos que constituyen el estado social. La economía solidaria es, pues, extraordinariamente diversa y no sigue un modelo único.
No puede ser de otro modo, porque tanto las bases energéticas como las materias primas que permiten la acumulación de capital están agotándose. La capacidad de los ecosistemas para almacenar residuos contaminantes es igualmente limitada y está llegando a sus límites. Los científicos ya han llamado la atención sobre estos límites planetarios. Es por lo tanto necesaria una gran transformación de la economía, la sociedad y la política. De basarse en la energía solar ha de organizarse de manera descentralizada, y entonces no hay sólo un modelo de alternativa social al capitalismo, sino muchos.
Fuente: El Viejo Topo 296 / septiembre 2012 / 19