Suma y sigue
300 números de El Viejo Topo
Nadie dijo que iba a ser fácil. Sin duda ni lo ha sido ni lo es. Pero la mítica revista de la izquierda social resiste y lo hace sin algarabías ni estridencias. Continúa saliendo mes a mes. Que ya es.
Inició su andadura allá por 1976. Su director, Miguel Riera, explica cómo tuvo lugar el parto: “Se concibió de una manera sumamente ingenua en el año 75. En aquella época yo dirigía un centro de enseñanza y junto a un profesor de filosofía nos propusimos hacer una revista que fuera plataforma de debate para la izquierda que se estaba matando entre ella. Hicimos un modelo de revista que en lo político y cultural era distinta pero en el formato se parecía un poco a lo que entonces era Rolling Stone. El ministerio no nos autorizó, nos estuvo entreteniendo más de un año con sus pegas y al final nos dijeron que podíamos publicar pero como revista mensual y no semanal como nosotros queríamos, además con un precio descabellado. Esto nos obligó a hacer una revista con más cuerpo, con un diseño distinto, lo cual fue una novedad extraordinaria ya que fue la primera revista político-cultural con un diseño innovador y creativo. Así empezó, de una manera un poco tonta; casi se puede decir que la censura nos hizo la revista”. La revista sufrió por aquel entonces y hasta 1982, fecha en la que clausuró temporalmente su actividad, 34 secuestros judiciales.
Tras ese breve intermedio llegaría su segunda época que va desde 1993 hasta nuestros días. Han transcurrido casi 40 años desde que viera la luz. Mucho ha llovido desde entonces. El Viejo Topo es consciente del espacio que ocupa y de su objetivo: ofrecer informaciones, opiniones y análisis que van más allá de lo que suele encontrarse en otros medios de comunicación, yendo a la raíz de las cosas desde una radical independencia. Manuel Vázquez Montalbán ya la adjetivó como una actividad “quijotesca”. Y en esas sigue a día de hoy.
