Asociación de editoriales

A principios de esta extraña década de los años 10 describimos así nuestras intenciones:

Contrabandos no es sólo este portal, es mucho más. Ante todo, es una voluntad de cooperación entre editores afines, y esta voluntad se concreta en la creación de una asociación legalmente constituida que nos permita ocupar espacio, defender nuestros intereses frente a otros y seguir cultivando nuestros propios vínculos.

 ¿Qué une a todas estas editoriales? Difícil pregunta que en nuestros estatutos abordamos señalando una voluntad de transformación social guiada por objetivos de igualdad real (económica y de géneros), solidaridad, profundización de la democracia, cuidado del medio ambiente y de los derechos humanos… Aunque por supuesto, esa respuesta es sólo parcial y en cada editorial debería declinarse con connotaciones distintas. Aun así, nuestro territorio común es básicamente ése. Sin olvidar, como también dicen nuestros estatutos, que no consideramos adecuadas para su ingreso en la Asociación aquellas entidades cuyos fines sean principalmente comerciales. El libro no como negocio sino como apuesta, no como dinero, sino como vida.


Ahora (2020), actualizamos:

Contrabandos nació en 2010 en torno a unas reuniones informales convocadas por un puñado de editoriales especializadas en libro político (estaban allí representados Bellaterra, El Viejo Topo y Montesinos, Txalaparta, Gedisa, Ned, Octaedro, Icaria, Laertes, La Oveja Roja, Oriente y Mediterráneo; a varias de las reuniones fueron acercándose también, sin entrar en mayores dinámicas colectivas, representantes de Traficantes de Sueños, Virus y La Catarata).

El reconocimiento mútuo y la existencia de focos de preocupación comunes (evolución y transformaciones del sector, papel social del libro, degradación de su ecosistema) nos impulsaron a entablar una dinámica de cooperación que duró bastante, pero no para siempre.
Instituimos primero una estructura informal destinada a ganar visibilidad en las calles; nacía así nuestra librería ambulante. En torno a ella abordamos después la presencia conjunta en ferias, no solo nacionales, sino también internacionales. Ahí entramos en contacto con otras estructuras y dinámicas asociativas con las que estrechamos lazos poco a poco. A varios los invitamos a un primer encuentro internacional que organizamos en Madrid en 2013. Recordamos sobre todo al primer ODEI (qué magnífico manifiesto) y a Les 451, con quien seguimos viéndonos. Con ese impulso, corrido el tiempo, llegaríamos a integrarnos como miembro permanente de la Alianza Internacional de Editoriales Independientes (en cuyo origen se encuentra nuestra hermana Txalaparta). La comunicación y la inserción en el debate público se estableció como otro de nuestros ejes, aunque ahí nos costó más engrasar dinámicas verdaderamente colectivas. Bajo esas ideas intentamos la organización de una primera feria del libro político que terminó en fracaso rotundo ante un esbozo de apropiación indebida por parte de quien debía alojarla.

Se sumaron otras editoriales poco a poco (para entonces estaban ya también Hiru, Pol·len, Libros en Acción, Proteus, Tierradenadie, Gedisa había salido y Enclave pasado fugazmente; no muchas, el ánimo fue siempre concentrar esfuerzos más que crecer) y desde la asociación se amparó la creación del fecundo Espai Contrabandos, que durante un par de años funcionó en la sede de la editorial Icaria para después trasladarse al local desde donde ahora operan, entre la Rambla y el Raval. La primera tentativa frustrada de feria se retomó junto a la gente del Garraf para organizar Tinta Roja, una pequeña feria por fin real que serviría, pasado el tiempo, de embrión a su vez de Literal, feria hoy consolidada en el panorama.

La librería ambulante fue al tiempo evolucionando y durante años nos llevó a ocupar muy felizmente la caseta número 20 de la madrileña Cuesta de Moyano, mezclando allí libro de segunda mano con obra nueva en un experimento con el que descubrimos el apasionante circuito de circulación del libro después de su primera vida. Tras varios años allí decidimos buscarnos un techo algo mayor para un número siempre creciente de obras, y llegamos así a la calle Amparo y a la librería desde donde ahora escribimos. Como última posta de esta carrera de relevos la Feria del Libro Político de Madrid volvió a escena desde las cenizas de aquel primer intento de la mano de quien la protagonizó entonces (Eds. del Oriente y del Mediterráneo) y del joven y entusiasta equipo de Cisma. Dos exitosas ediciones nos animan a procurar continuar.

También en 2019 realizamos el encuentro “Desplazar los límites. Bibliodiversidad y barreras de acceso a la producción literaria” con la intención de someter a análisis la representatividad social del campo literario. Para abordarlo juntamos a un puñado de personas procedentes de la Academia y de editoriales con las que compartimos inquietudes, muchas de ellas vinculadas a través de la Alianza (Internacional de Editoriales Independientes).

Ahora, pasado el tiempo, la dinámica verdaderamente asociativa quedó atrás hace ya tiempo. Se la extraña. Hemos envejecido todos. Varios editores se han jubilado o están en trance de hacerlo. Algunas editoriales han cerrado, sido traspasadas o cesado actividad. El resto, por fuerza, ha crecido. Hay gente nueva en todos los equipos y este pedacito de historia común corre el riesgo de caer en el olvido. Por si acaso, aquí queda.
La dinámica asociativa se paró hace tiempo, sí, pero nada descarta que pueda reavivarse en un futuro. Las diferencias estructurales marcaban a veces un abismo entre las necesidades y posibilidades de cada unas de las editoriales. Y aun así hicimos bastante juntas… y en la estela quedan un buen número de realidades con las que todos tuvimos mucho que ver y que lo tienen todo para dar aún muchas alegrías en un futuro.

Y mientras tanto, ahora, como siempre, seguimos.