http://contrabandos.org/wp-content/uploads/2019/08/entrevball.jpeg

Chi vuole tutto non muore mai, Nanni Balestrini

Como homenaje al escritor y revolucionario italiano recientemente fallecido, publicamos esta entrevista realizada en 2016 por Iván Maté, editor de su Sandokán en la colección Trébol Negro, de Laertes.

Coincidiendo con la visita de Nanni Balestrini a Barcelona con motivo de la edición 2016 de Literal nos enredamos en una conversación con el autor paseando por el barrio de Sant Andreu entre el Ateneu de l´Harmonia donde se celebraba la feria y la Cinétika, donde pasaban un ciclo de cine documental anarquista. En todo momento para él fue una sorpresa encontrarse con estos tipos de resistencias que no son como los pintan los grandes medios fuera de estas fronteras.

– Si observamos en su conjunto el recorrido que hay entre Lo queremos todo en 1971, la épica alegre del relato en torno a las luchas en la FIAT y Sandokán: una historia de Camorra en 2004 se ve con claridad que el protagonista de tus novelas ha ido perdiendo paulatinamente su capacidad de acción. Actualmente sería más fácil sentirse cercano a ese joven que ha crecido en esa pequeña aldea controlada por la mafia y que se ve en la imposibilidad de hacer política.

NB- Pero en Grecia y en España últimamente los intentos de hacer política están ahí. El intento. El pobre de Tsipras no ha conseguido hacer nada. Pero no debemos pensar que todo es imposible, debemos intentarlo siempre, visto que somos más, más inteligentes y mejores, etc. Debemos hacer algo para cambiar el mundo, no podemos decir que no hay nada más que hacer. Tsipras o Podemos son cosas que vistas desde Italia son una esperanza. No se ha acabado todo. Entonces todavía se puede hacer algo nuevo. Puede darse que Podemos termine yéndose a la mierda, no lo sé. Pero se ha intentado. El movimiento de los años 70  también se acabó. Las cosas bonitas terminan siempre mal. Mira la revolución francesa, algo tan fundamental para Europa, la Comuna, la revolución soviética… Pero eso mismo quiere decir que las revoluciones son siempre posibles, que luego terminan siendo una mierda,… puede que sea así. Pero hay que intentar siempre hacerlo mejor, recabar experiencia y no repetir los mismos errores. Las revoluciones en la humanidad llevan siglos y nosotros creemos que todo debe acontecer en el periodo en el que vivimos, y no es así. Porque realmente tenemos la posibilidad de cambiar el mundo. No es imposible. Hay que encontrar el mecanismo. Ellos tienen todo, tienen el dinero, tienen las armas. Nosotros tenemos toda la humanidad detrás, nosotros lo que queremos no lo queremos para nosotros lo queremos para toda la humanidad, para que viva mejor y no ser esclava y no ser desposeida. Y esto debe cambiar.

– Observemos ahora como ha sido la introducción de tus novelas en nuestro contexto. La figura de Joaquín Jordá es clave, alguien que había vivido en Italia, y conocido todo este ambiente de primera mano, a su regreso traduce en 1988 Los invisibles en Anagrama…

NB- ¿Vosotros le habéis conocido? Era una persona extraordinaria. Un amigo.

– … esto deja de ser posible de hacer en Anagrama. Y no es hasta los 2000 que Traficantes de Sueños lo reedita, y sigue con otros libros tuyos pero limitándose siempre al contexto Autónomo. Con lo que tu escritura se vuelve un fetiche, a diferencia de Jordà, expresan nostalgia por un momento que ellos mismos no han vivido. Algo bien característico del sujeto postmoderno. Algo que imposibilita una acción en el presente, a no ser que siga la lógica del remake, del simulacro en tanto que copia exacta de un original que no existe.

NB- Esto que decís me pasa sobre todo en Alemania, yo les decía, mirar los años 70 ya han terminado, no existirán más, basta, acabemos de una vez con esta historia. Los años 70 ya no son posibles, el mundo ha cambiado, es otro mundo. Yo no soy un político, yo lo que sé hacer es escribir cosas. Incluso cuando formaba parte de Potere Operaio, yo estaba ahí escuchando lo que decían Negri y compañía. No es que yo tenga ideas, las ideas las tienen ellos. Yo me sentía parte de un movimiento de ideas que circulaban. Y luego yo he tenido la oportunidad de escribir algo sobre lo que estaba pasando.

– Y entonces esta visión que reduce la obra de Balestrini a aquellos maravillosos años no puede explicar la dimensión total y el alcance completo de tus novelas. Quizás esto explica el porqué ha transcurrido tanto tiempo hasta que se ha vuelto a publicar algo nuevo. En 2013 Tigre de paper traduce al catalán La violencia ilustrada y ahora en 2016 sale por fin Sandokán. Así pues, el recorrido de Balestrini por el Estado español, es una trayectoria discontinua que no se puede concebir en su conjunto. Eso además de que, por ejemplo, nadie ha osado traducir Tristano. Así el peligro es hablar de los años 70 como algo glorioso que se mantiene distante, inconexo y no como algo vivo.

NB- Habría que dejar de vender mis libros, ¡eliminarlos!

– Con eso no podemos estar de acuerdo. El problema sería, más bien, de cómo se producen y de cómo se consumen. No se puede y no se deben destruir testimonios como el de de Francesco Natella ese obrero de la FIAT que da origen a Lo queremos todo.

NB- A mi lo que realmente me interesa son dos cosas. Para mi el arte es una cuestión de la forma, no del contenido. Yo he hablado de estas cosas por casualidad, porque me apasionaban, los años 70 los he vivido desde dentro pero podía haber escrito sobre otras cosas. Si no hubiese estado en Italia por ejemplo… A mi lo que me interesa es la forma en que he escrito estos libros desde dos aspectos. Una, es la idea de la novela épica que se opone a la novela tradicional burguesa, cuyo protagonista se enfrenta con la sociedad y la mayoría de las veces termina mal; y si es mujer termina siempre muerta. Lo que yo llamo novela épica, es el género de la historia social colectiva de un pueblo que lucha y  por eso mis personajes no tienen nombre, no son portadores de una psicología que lo individualizan, son personajes colectivos, son cualquier obrero de la FIAT, cualquier militante, etc… Para mi esto es una elección fundamental. Yo no escribo más novelas porque no encuentro personajes colectivos.

– Los hay. Están los precarios, los refugiados…

NB- Pero cada uno de ellos tiene una historia diferente. Ahora los migrantes… uno viene de aquí, luego se va para allá… Lo segundo que me interesa, es el estilo. Este estilo sin puntuación es porque yo quiero hacer una escritura que parezca una lengua oral, dar la impresión de alguien que te está hablando. No es la transcripción, porque cuando escribimos lo que hablamos resulta una cosa incomprensible. Mientras que la escritura emplea la sintaxis, nosotros utilizamos la voz, las manos, las pausas, todo… Yo me he debido inventar una escritura que parezca algo hablado, dar la impresión a quien lo lee de que alguien le está hablando. Todo esto aboliendo la puntuación,  las leyes de la sintaxis. Basándome en el ritmo y el sonido. Esto es lo que me ha interesado hacer a mi, mis propias reglas. Yo podría hablar de otras cosas, pero hablo de esto. Pero si hablase de otras cosas utilizaría las mismas reglas. Es lo que sé hacer, no sé hacerlo de otra manera, intento hacerlo con el arte de la palabra. Es decir, si solo fuese un escritor político escribiría ensayos políticos. Es cierto que no hablo de los ricos, principalmente porque no me gustan, no me caen bien, los odio.

– Pero esta forma de escribir no es solo una reacción a la novela burguesa sino que también al realismo literario oficial y moral del comunismo de postguerra.

NB- Sí, el neorrealismo. Donde el autor decidía directamente lo que el personaje pensaba.

– Una última cosa, no se termina nunca de traducir la poesía de Nanni Balestrini.

– NB- Está Blackout que ha traducido la editorial Acuarela. Y Blackout le tengo un cariño especial porque es algo así como un himno fúnebre a los años 70.

– Sin embargo, los versos de Caosmogonía en 2010 son todo lo contrario, son optimistas, por ejemplo, “no solo no lo quiero si no que quiero destruir el poder / es preciso liquidar el dogma productivista y del beneficio”.

NB- Yo soy optimista ya os lo he dicho. Y por eso yo os criticaba hace un momento, porque precisamente esto vosotros no queréis hacerlo. Os queréis retirar de todo.

– Cuando apuntamos al poder, no queremos errar. El poder hoy no está en el parlamento, o en el ayuntamiento. El poder pasa por otro lado. Cuando sabemos que las decisiones se toman en lugares ajenos a esas instituciones democráticas, estamos errando, malgastando nuestras energias en obtener un gobierno no soberano y con eso además frustramos a la gente…

NB- Debes dirigir tu trabajo sobre la organización de las cosas que te parezcan justas. Si Podemos no está bien, si Podemos es un cacá, via con Podemos. Entonces haz otra cosa.

– … hay que apuntar al corazón de la bestia.

NB- Cuidado con eso, el eslogan de las Brigadas Rojas era llevar el ataque al corazón de la bestia, y Negri respondió ya en su momento que el Estado no tiene corazón.

– Nosotros esos ecos tuyos de la autonomía de los 70 los seguimos encontrando siempre de nuevo en tus poemas en 2010.

NB- No es que los haya inventado yo. Es el aire que se respira, que circula y que debe ser portado hacia delante. ¿Cómo portarlo hacia delante? Esa es nuestra tarea. Y lo lograremos.

– Nosotros tampoco somos pesimistas. Lo lograremos. Ahora mismo podemos ver escrito sobre las paredes en Francia “Le monde ou rien” (el mundo o nada), algo que remite directamente con aquello otro de “lo queremos todo”.