Abierta pero sin terminar. ¿Os acercáis?
En la inauguración de la librería una persona nos preguntó, pero ¿cómo abrís si no está terminada? Y pensamos: justo por eso, porque no está terminada, comenzamos. Pensamos que no habían sido suficientes nuestras explicaciones en el post anterior. El lema “un pueblo culto es el que hace su cultura”, es difícil de comprender. Sigue hegemónico el paradigma de que la cultura no la hacemos. Como si no la hiciéramos también, cuando acudimos a una librería diseñada para persuadirnos a consumir el objeto libro del momento, que nos vamos a encontrar o sí o sí en un lugar sin ventanas y con una banda sonora que te convoca espléndidamente monetarizada.
Nuestra librería no es así y los libros no son “del momento”. Son y serán puro fondo, la gran mayoría, de unas editoriales que forman parte de una porosa y por otro lado sólida asociación de editoriales -Contrabandos-. Nos unimos, justo para eso, para hacer que nuestros libros sobrevivan a la burbuja editorial, que también estalló. Todas estas editoriales llevamos unidas más de cinco años, porque no creemos en la competencia más que en la cooperación, y porque sabemos que nuestros libros dialogan y respiran juntos.
Nuestros libros tampoco te asaltan desde todas partes. Más bien tienes primero que quererlos, buscarlos y contrastarlos. Y sí, nuestra librería aún tiene estantes vacíos. Y para eso abre, para llenarlos. Como abre también para cuidar la madera por barnizar, y armar y desarmar sus módulos centrales para adaptarse a talleres de escritura, lectura o edición, de grupos que serán muy diversos.
Nosotrxs que tenemos ventanas a la calle, muchas, vemos que la cultura la hacemos todo el tiempo. Podemos hacer una cultura comprando mercancías terminadas, sean libros o dispositivos electrónicos, o podemos hacer una cultura que es lazo social, es encuentro, es construcción política. Cultura que es creación de mundo desde la ciudadanía, el pueblo, la gente, las comunidades. Cultura que se sabe material, que se sabe cadena de producción y por tanto la interviene y desafía. A eso le llamamos cultura comunista, materialista, porque se hace cargo y desafía, sus medios de producción.
Un libro, como un tomate, -ya lo escribimos en nuestro anterior post-, puede producirse bajo unas u otras condiciones, y puede ser un tómate bueno o aparentar ser un tomate brillante y ser un tomate que encuentras en cientos de librerías sin ventanas, que es hasta asequible económicamente, pero que es basura. El oficio del libro, está afectado y mucho por esa “monoforma” en la que deglutimos una cultura “terminada”, “espectacular”. Y por eso nace esta librería y otras tantas. Porque a quienes necesitamos leer y escribir, a quienes hacemos uso de las palabras, se nos están acabando los lugares desde los que hacer uso de los libros para vivir mejor.
En esta librería, los libros irán llegando conforme los hagamos, conforme los habitemos, los queramos leer o escribir, o comprar y vender. En nuestro caso no planea sobre nuestros hombros el problema de la sobreproducción. Estamos para hacer existir una edición sostenible y justa, y también materialista, “comunista”, política. Estamos para una lectura que es también intervención en el mundo, que es también constructora de libros y librerías. Una lectura que nos irá ayudando a no terminar nunca nuestra librería.
Os invitamos pues a llenarnos de vida y de libros. No tenemos prisa, sí muchísima fuerza.